La moraleja es que los algoritmos son poderosas herramientas muy útiles para la comunicación online pero no son principios inmutables e infalibles. Si el algoritmo desafía la lógica, piénsatelo dos veces antes de seguir adelante. Porque lo único que no falla nunca es, precisamente, el sentido común. En resumidas cuentas: si el algoritmo te dice que lo correcto es escribir mal, lo que realmente está mal no es el texto. Si el algoritmo desafía la lógica, piénsatelo dos veces antes de seguir adelante porque lo único que no falla nunca es, precisamente, el sentido común.
Pero no parece que hayamos aprendido mucho de esta lección. No hay más que mirar hoy en día a las RRSS más populares. Todas premian y aconsejan el mismo formato de publicación: a día de hoy, si no usas un vídeo corto, no eres nadie. Y ahí estamos de nuevo, una vez más, obedeciendo al algoritmo todos y todas, generando reels como si no hubiera un mañana.